Si bien nunca se conoció la identidad exacta de los ladrones, se supo que dos graduados de física de la Universidad de California en Santa Cruz, en 1970, desarrollaron un equipo que cabía en un zapato e interfería con el giro de la rueda de la ruleta. Uno de los universitarios debía estar cerca de la rueda de la ruleta, lo que permitía que el zapato interfiriera con el giro de la rueda, mientras que al mismo tiempo, el dispositivo “leía” el resultado de la ruleta y sugería un resultado probable. El segundo cómplice, obtenía la información que el zapato transmitía y apostaba en consecuencia del resultado estimado. Finalmente fueron descubiertos y arrestados, después de varios meses.
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